CRONICA
nacional
Policía de Viedma asesina a joven mapuche por la espalda

Cuando todavía no cerraron las heridas por la Masacre de Bariloche, los uniformados rionegrinos se cobraron otra víctima: Guillermo Trafiñanco. Ser pibe, pertenecer a los sectores populares y de condición mapuche, se torna cada vez más riesgoso en la provincia argentina. El crimen se produjo en Viedma, la capital de Río Negro. Tenía tan solo 16 años.

POR ADRIÁN MOYANO - VIEDMA, PUELMAPU - 27 / 10 / 10

En la provincia argentina de Río Negro, ser joven, habitante de los barrios populares y mapuche, convierte a los poseedores de esas cualidades en automático blanco de la Policía. El último fin de semana, Guillermo Trafiñanco dejó de existir como consecuencia de un balazo policial que ingresó por su espalda. La similitud con los sucesos que tuvieron lugar en Bariloche el 17 de junio es demasiada como para insistir con la hipótesis de los “loquitos”, la poca capacitación de los efectivos o las armas que funcionan mal: estamos frente a una política gubernamental.

Para Hugo Aranea, referente del Consejo Asesor Indígena (CAI) Zona Atlántica, no hay duda alguna. “Puede decirse que esta política que viene llevándose a cabo hace varios años, de concentración de la riqueza en unos pocos que se van haciendo cada vez más ricos, no se puede sostener si no es con aparato represivo como el que hay”. El crimen que todavía duele se produjo en Viedma, la capital provincial. La familia de Guillermo reside en el barrio Lavalle, que reaccionó con indignación ante la muerte. El pibe contaba apenas con 16 años.

Con el correr de las horas, el repudio se hizo unánime. “Lo que expresa la mayoría de la gente de los barrios y de las organizaciones sociales es una profunda indignación y preocupación por esta situación. Ya no es una cuestión puntual, son hechos sistemáticos de la política y de la Policía de Río Negro”. Para quienes residan fuera de la jurisdicción argentina, digamos a raíz de la estructuración federal del Estado, cada provincia mantiene su fuerza policial. El 17 de junio último, otro efectivo de la rionegrina ultimó a Diego Bonefoi, en este caso en Bariloche. En el marco de las reacciones populares que siguieron a ese asesinato, perdieron su vida otros jóvenes vecinos del Alto de la ciudad: Sergio Cárdenas y Nicolás Carrasco. Sobre los autores materiales de los dos últimos crímenes, todavía nada se sabe. Y los responsables políticos no se dan por aludidos.

Foja de servicios intachable

Silvano Meza, el agente policial que ultimó a Trafiñanco, ya tenía antecedentes violentos. “Sí, es lo que se va conociendo a medida que pasan las horas. Es cierto, este policía que asesinó a Guillermo Trafiñanco tenía otras dos causas por lo mismo: maltrato y violencia con los pibes... Acá estuvo la tercera y la vencida: llevándose la vida de un pibe. Nosotros participamos con los familiares de una reunión con el ministro de Gobierno, el señor (Diego) Larreguy. Le planteamos esta visión, más allá del dolor de la familia, porque los hechos de violencia contra los pibes de los barrios, contra los pibes pobres y contra los mapuches son permanentes y de forma diaria. Inclusive, en la medida que uno va conociendo más detalles, se da cuenta de hasta dónde llega esta criminalización y persecución contra los jóvenes. Las pericias que se estaban haciendo daban que lo habrían fusilado una vez que estaba en el piso, pegándole un tiro en la espalda. Prácticamente un tiro de fusilamiento”, describió Aranea, en conversación telefónico con Radio El Arka (Bariloche).

Después del asesinato de Trafiñanco, el gobierno rionegrino adoptó la misma conducta que puso en marcha cuatro meses atrás. “Parecería que estamos en manos de gente que no tiene ninguna gana de que esto se conozca. Es más, yo creo que hay una protección muy grande sobre los efectivos policiales que permanentemente hacen estas cuestiones. No solamente sobre los asesinatos que han provocado un impacto en la sociedad, porque siempre y sobre todo los fines de semana, vemos como los pibes de los barrios son golpeados y encarcelados, simplemente por ser del barrio, jóvenes y por ser mapuche. La sensación que uno tiene es que esta es una política... Puede decirse que esta política que viene llevándose a cabo hace varios años, de concentración de la riqueza en unos pocos que se van haciendo cada vez más ricos, no se puede sostener si no es con un aparato represivo como el que hay. Y no se puede sostener un aparato represivo como este si no hay al frente decisiones o funcionarios que estén convencidos de que hay que llevar adelante esta política. Lo dijimos en la reunión con el ministro: no estamos frente a un hecho policial o judicial… Estamos frente a un hecho político, que es parte de la política que se lleva adelante en la provincia de Río Negro”.

Si puede encontrarse un aspecto positivo en el marco del inmenso drama, es que la sociedad de Viedma no está inerme frente a los atropellos del poder político y su brazo armado. “Por otras razones, ya hace un tiempo que venimos funcionando en una especie de multisectorial permanente. Acá hay como dos sectores grandes, por un lado, las redes barriales conformadas por gente que trabaja en la salud y agrupan a los barrios y por otro lado, el Foro por una Vida Digna, que ha nucleado a un montón de organizaciones por temas como tierra, vivienda... Hace pocos días tuvimos una asamblea masiva con todas las organizaciones para tratar el tema del proyecto sojero que acaba de firmar el señor (Miguel) Saiz (gobernador de Río Negro) con los capitales chinos, o sea, hay un funcionamiento de casi todas las organizaciones juntas. Ahora, nos hemos convocado frente a este hecho y obramos rápidamente, hemos acompañado a la familia... También hicimos una asamblea en el Concejo Deliberante y programamos una concentración en la Escuela 309 del barrio Lavalle, que es donde mataron a Guillermo. De ahí, pensamos ir al centro de la ciudad reclamando justicia y que se pare la represión contra los pibes en el barrio”, señaló el referente del CAI.

Respuesta endeble

La intensa movilización ciudadana contrasta con los balbuceos del poder político. “El ministro de Gobierno asumió los compromisos con la familia que indudablemente no podía evitar, pero la verdad que daba lástima y bronca: ver a un ministro de Gobierno sin absolutamente nada que decir frente al planteo de la madre... Daba la sensación de encontrarse frente a un tipo que no era capaz de tomar ninguna resolución. Después, uno hace un análisis político y ve que en ningún momento hubo ni un atisbo de autocrítica... Dicen que sí, que bueno, que hay cosas que no se están haciendo bien y que algo van a hacer...”.

Pero la historia se repite demasiado a menudo en Río Negro. “Este tipo de cosas no son hechos aislados, la Policía que mata a los pibes no es porque justo estaban desequilibrados, nerviosos o apretados... No, han matado a sangre fría... Uno ve que estas son políticas adoptadas por la Policía y que la llevan adelante precisamente los efectivos que están en los barrios. Ninguno recibe la condena ni castigo que se merece y desde el poder político se mira para otro lado. Nosotros le planteamos que aparte de la renuncia de él (Larreguy) le pedíamos la renuncia de (Víctor) Cufré (secretario de Seguridad) que estaba al lado de él y bueno, no acusan recibo de nada. Muchísimos de nosotros, que venimos participando desde los barrios, organizaciones sociales e indígenas, hemos pasado por muchas de esta situaciones y lamentando la muerte de nuestros pibes por esta Policía. Es una cuestión sistemática a través del tiempo que asesina a los pibes nuestros”. No puede quedar margen para la impunidad.



Vida de carencias

Una historia de vida difícil, marcada por la exclusión, el abandono y las necesidades. Ese es el relato que repite la familia Trafiñanco tras el disparo policial que terminó con la vida de uno de ellos y abrió aún más heridas. Una madre sola, a cargo de cinco hijos, y la pesada mochila de un duro camino recorrido desde que se acuerda. Hacía un tiempo, con la esperanza de mejorar las posibilidades de Guillermo y de su otro hijo, María Virginia Ascensio los había enviado a Bariloche para que vivieran junto al hermano mayor, de 28 años.

El barrio Lavalle estaba complicado y el temor la llevó a tomar la decisión. Guillermo había venido a visitarla para el Día de la Madre y en estos días regresaba a la cordillera. Ya tenía los pasajes comprados para volver a Bariloche pero desde la noche del sábado todo cambió para ellos. El chico de 16 años fue asesinado de un balazo por la espalda.

En los Tribunales de Viedma, ayer, se continuó tomando testimonios por el crimen, que tiene como imputado al policía Silvano Meza, mientras tramitan pericias a cargo de Gendarmería Nacional. Allí llamó la atención la presencia de un hombre que, según trascendió, se habría presentado por la mañana ante las autoridades judiciales como el padre de Guillermo. Luego en la marcha de la tarde, no se lo habría visto. El hombre habría reclamado por la muerte de su hijo, al que, según indicaron allegados de la víctima, no veía desde hacía más de 10 años.

Como sucedió con la muerte del joven barilochense Diego Bonefoi, los detalles sobre una infancia o adolescencia marcadas por una difícil historia familiar salen a la luz cuando la tragedia ya impide buscar contención hacia otros caminos, sea con participación del Estado o de otras instancias. Aquellos graves hechos ocurridos a mediados de este año en Río Negro no han pasado desapercibidos para otros ojos. El viernes pasado, la subsecretaria de Derechos Humanos de la provincia, Gladys Cofré, debió presentar un informe sobre lo sucedido en Bariloche en junio pasado a pedido del relator especial de la Organización de las Naciones Unidas -ONU.

El subsecretario de Protección de Derechos Humanos de la secretaria del área de Nación, Luis Alem, recibió ese informe que incluyó las acciones realizadas por la subsecretaría provincial en relación al homicidio del joven Bonefoi de Bariloche, también por una bala policial, a la que le siguieron los asesinatos de Sergio Cárdenas y Nicolás Carrasco, cuyos autores aún no están identificados. El informe aún no llegó a manos del funcionario de la ONU cuando en Río Negro se vuelve a cometer el mismo error mortal, en un barrio donde las necesidades se multiplican y las respuestas no aparecen.


Diario de Río Negro




(*) Con la colaboración de Samanta Guiñazú.

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