"Bachis" (por Gabriel Brener)

ALAI, América Latina en Movimiento

2011-03-02

Argentina

Bachis

Gabriel Brener

Vivimos en una sociedad en la que la distribución de la riqueza económica es muy desigual, y si de educación se trata, el reparto de bienes simbólicos, es decir de lo que se ha acumulado como capital cultural y educativo, sigue la misma lógica que la economía: revela profundas injusticias. La política es una herramienta que puede torcer lo que la economía cada tanto quiere instalar como natural. Si tengo que enseñar a un grupo de alumnos algo de todo esto, bien vale volver sobre la valiosa idea de justicia curricular[1] Se trata de reconocer el acto de enseñanza como un hecho político, en la medida en que pueda preguntarme cuando enseño si las cosas siempre han sido de una misma manera y si deben seguir siendo así. O si vale la pena pensar en cambiarlas para vivir mejor, para generar más igualdad. Pero no la igualdad como la palabra que adorna un discurso políticamente correcto que solo busca aplausos, sino aquella que se transforma en verdadero horizonte de expectativas, y que en sociedades como la nuestra nunca puede darse por satisfecha. (ni por vencida). Paulo Freire lo dijo de un modo más certero: “la educación no es la palanca de transformación social, pero sin ella esa transformación no se da.”[2] (2003)
Se trata de una idea de justicia curricular que ayude a organizar de otras maneras lo que se enseña y se aprende en las aulas. Si voy a enseñar sobre la economía de nuestro país, un criterio valioso es que asumamos como punto de partida la posición del menos favorecido.
Las empresas recuperadas por sus propios trabajadores son un auspicioso territorio desde el cual comenzar a explicar la producción económica, para luego continuar analizando aquello que tradicionalmente se suele aprender en la escuela. Se trata de valientes experiencias de resistencia al modelo neoliberal que atravesó al país durante décadas. Fruto de las empresas recuperadas y los movimientos sociales, nacen los bachilleratos populares de jóvenes y adultos. Prácticas políticas, culturales y educativas autogestivas en diversos puntos del país que han sido y son protagonizadas por quienes fueron expulsados por un modelo económico que hizo de los despidos, el vaciamiento, la privatización, la flexibilización, la ruptura de los tejidos sociales y la represión, sus principales instrumentos de gobernabilidad neoliberal.
Los bachilleratos populares[3] o los bachis(como suelen llamarse) son una expresión de la resistencia popular que propone un espacio social que alberga a miles de jóvenes y adultos que en su gran mayoría han quedado al margen del sistema educativo. Se trata de quienes conforman esas estadísticas que suelen llamarse repitencias crónicas, sobriedad, desgranamiento aunque también fracaso escolar, término que rápidamente tiende más a verse como cualidad y culpa de quien fracasa que como problema y responsabilidad del sistema educativo.
Estas experiencias educativas recuperan la tradición del pensamiento freiriano en la medida que toda acción educativa es un acto político. En palabras del educador brasileño « yo soy sustantivamente político y sólo adjetivamente pedagogo.” A contramano de las ideas neoliberales que algunos políticos y funcionarios alientan por twitter, de concebir la educación como un servicio individual[4] o como mercancía que se consigue en el mercado (acorde a los bolsillos de cada uno), estas experiencias pedagógicas populares se sostienen en una concepción de educación como derecho social y de exigencia al Estado de un rol activo y protagónico que eche por tierra las pretensiones twitteras de un Estado subsidiario que se pone a disposición del mercado y sus leyes. (pretensiones que expresan la voluntad política de sectores de nuestra sociedad).
Los bachilleratos populares proponen una organización institucional que busca romper con el tradicional formato de la escuela. La docencia es concebida como una militancia pedagógica y política, las asambleas son un ejercicio cotidiano de resolución de la vida institucional y proponen un curriculum alternativo.
Vale señalar que hace años vienen reclamando un reconocimiento por parte del Estado así como asignación de recursos para solventar el trabajo docente. A través de su lucha han logrado obtener reconocimiento oficial (2007) como instituciones educativas de gestión social, aunque persiste la lucha por obtención de recursos económicos.
Desde diversos sectores políticos y educativos ligados a la defensa de la escuela pública suelen criticarse estas experiencias por cuanto estarían fragmentando aun más al sistema educativo y serian una versión privada de educación. Los docentes no son producto de concursos públicos y desde esta posición se considera que es en la escuela donde deben librarse estos desafíos transformadores.
Lo cierto es que los bachilleratos populares no son lo que conocemos como escuela pública pero tampoco una versión privatizadora de la educación. Más aun cuando sabemos que el Estado subvenciona una cantidad enorme de escuelas privadas, entre las cuales muchas son empresas con fines de lucro (en Capital se subvenciona al 56, 2% de las escuelas privadas)[5].
Se trata de una experiencia de educación popular que interpela las categorías convencionales de escuela pública y privada, desafía los límites de la construcción de políticas públicas en educación y es un relato viviente de la Argentina post 2001.
Argumentos valiosos que abren un debate complicado pero necesario.
Desde mi punto de vista, poner de manifiesto las experiencias de los bachilleratos populares es darle visibilidad a sectores sociales que han permanecido postergados e invisibilizados en la década del 90. Pero también, un analizador estratégico que desnuda los límites y las debilidades de la escuela convencional.
La escuela es una institución cruzada por una tensión permanente: la conservación o el cambio. Para quienes estamos comprometidos y asumimos como motor de existencia la versión transformadora de la escuela, el conocimiento y contacto con estas experiencias alternativas son una especial oportunidad para correr las fronteras de lo posible y hacer de la escuela un lugar mas abierto, democrático e inclusivo.
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Columna de Educación del miércoles 2 de Marzo de 2011, en el programa Uno nunca sabe, por las mañanas de la Radio AM 750. Buenos Aires. Argentina.
- Gabriel Brener es Lic. Educación (UBA) y Especialista en Gestión y Conducción del Sistema Educativo (FLACSO). Capacitador y asesor de docentes y directivos de escuelas. Co-autor de “Violencia escolar bajo sospecha” 2009 Ed. Miño y Dávila Bs As.


[1] Sugiero leer “Escuelas y Justicia social “de Robert Connell. Editorial Morata, Madrid 19
[2] Paulo Freire “Cartas a quienes pretenden enseñar. 2003. Ed. Siglo XXI
[3] En estos bachilleratos recuperaron la posibilidad de estudiar más de 4000 estudiantes en todo el país en alrededor de 40 escuelas que crecen en número mes a mes. Roberto Elizalde, referente en el campo de educación de jóvenes y adultos y además integrante y cofundador de la Cooperativa de Educadores e Investigadores Populares (CEIP), organización creadora de los bachilleratos populares ofrece información relevante sobre los Bachilleratos. Para ampliar ver en http://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/subnotas/161885-51846-2011-02-07.html
[5]Panorama educativo. Gobierno de la CABA , 2005


http://alainet.org/active/44802&lang=es


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