El resto queda para lxs interesados en el asunto. Creo que, como para muchxs de mi generación, el debate acerca del kirchnerismo (incluso si existe como tal) está bueno para tenerlo ahora y no sólo para revisarlo en unos años para ver dónde estuvimos parados. Lo dejo picando.
Sandra Russo: "Yo no tengo problema con la palabra "oficialista"
Por Julia Mengolini
Fotos: Gisela Romio
678 la llevó a un nivel de popularidad un poco insólito. Es que Sandra en una marcha por la Ley de Medios debe sentirse como Maradona en el 86. La saludan, la besan, se apasionan. Sin embargo esta mujer lleva un trecho largo en el ruedo. Es una "estrella de televisión" un tanto peculiar, brillante además de bella, si tuviera un perrito sería una diva pero no. No tiene un perrito, sino cuatro.
-Vos arrancás en el Expreso Imaginario ¿Cómo fue esa experiencia?
-El contexto era la Dictadura y apareció esa revista de rock, ecología, poesía. Todos los fans nos cruzábamos porque nos habíamos conocido a través del Expreso, yo vivía en Quilmes y tenía amigos en Carapachay, por ejemplo.
-¿Cómo entraste a laburar ahí?
-Mandé una carta de lectores a los 19 años que fue medio histórica. El año pasado la volví a leer. Yo creía que era más light pero era interesante. Hablaba básicamente de la soledad de una generación, de no tener contactos entre nosotros, aunque en ese momento yo no lo podía conceptualizar, a los 18 años no sabía que lo que pasaba era que faltaban medios de comunicación y que estábamos desesperados por comunicarnos. Y me invitaron a la redacción.
-¿Qué era lo que la hacía de culto?
-Las tapas de Fontova, "Little Nemo" que era una historieta de culto, era un poco esa generación medio hipona, era eso. Era la única revista donde podías leer una entrevista a Spinetta. Es un poco difícil de explicar, porque Expreso era bastante inocua y sin embargo, en el contexto de la Dictadura, era una grieta.
-Una grieta a la vez difícil de percibir como para que la cerraran.
-Claro, porque en ningún momento hablaba de política, o lo hacía desde un lugar muy novedoso que todavía ni siquiera era percibido por los lectores como política. En ese momento uno filtraba cosas por donde podía, sin tener tampoco demasiada conciencia de qué era lo que estaba haciendo, yo no sabía que me estaba convirtiendo en periodista, me dejaba llevar. La conciencia de que estábamos haciendo algo opositor llegó recién en Humor, donde siguió mi carrera.
-Además estuviste casi en la fundación de Página 12, ¿Vos también creés que Lanata es un genio?
- Genio es Leonardo Da Vinci. Me parece que es un tipo con algunos talentos. A mí me dio dos o tres consejos que fueron muy importantes. Y fue él el que me dio trabajo, pero yo nunca tuve empatía con Lanata.
-¿Y cuáles fueron esos consejos?
Me acuerdo uno que fue editando una nota. Él me llamó para hablar de un par de adjetivos que estaban demás. Me habían mandado a cubrir las elecciones chilenas cuando se fue Pinochet y creo que ponía que no se qué era "significativo". Lanata me dijo "¿Por qué no dejás que el lector se dé cuenta solo qué es significativo?". Y la verdad que es un consejo que se puede aplicar a la escritura en general, sobre todo a lo narrativo, a lo que es el nuevo periodismo.
- Hablemos de 6,7,8. Hay gente que va a una marcha detrás de una bandera que tiene el nombre del programa. ¿Cómo analizás eso?
-Lo que pasa es que habría que preguntarse "qué es hoy la televisión". Yo creo que todo lo que tiene que ver con comunicación y con medios dejó de ser lo que era y no sabemos exactamente lo que es. Yo no sé si es la bandera de un programa de televisión, me parece que hay un programa de televisión que se llama "6, 7, 8" y es lo que sirvió para articular a mucha gente que no estaba articulada con nadie y que se sintió muy sola durante un año y medio. Y creo que no hay una bandera que la reemplace por el momento. La explosión participativa de 6,7,8 no tiene que ver exactamente con el programa, porque si vos lees el Facebook, te das cuenta de que no hablan del programa.
-¿Hablan de política?
-¡Claro! No hay ningún tipo de culto a personalidades, ni exageraciones, ni mitificaciones de ninguno de nosotros. Creo que con lo que la gente se identifica es con haberse dado cuenta, y eso es lo que marcó 6,7,8. No son viejos militantes sino gente de su casa que de repente se dio cuenta que le estaban mintiendo mucho y que la estaban alejando de las cosas en las que cree.
-No hay tanto culto a la personalidad pero es evidente que además ustedes se han convertido en referentes, ¿qué es lo que más te halaga?
-Hace mucho tiempo que decidí que lo mío no es la televisión. Lo puedo hacer pero no es un medio que a mí me entusiasme demasiado. Yo soy un animal que escribe y que, por lo tanto, necesita pasar inadvertido. Me gusta mirar sin que me miren para poder observar. La crónica la podés hacer cuando nadie está pendiente de lo que vos estás mirando. Desde el lado narcisista, que todo el mundo sepa quién soy no es algo que me halague. Sí me doy cuenta de que hay algunas ideas que yo tiro en el programa que van en la línea de una percepción colectiva. Conceptualizar cosas que están en el aire y que todavía no se pudieron decir, eso sí es mi territorio. Me halaga darme cuenta de que hubo un vehículo que fue el programa para tirar a un público masivo una idea tan compleja como que la censura en Democracia funciona con la invisibilización. Eso supone también una cosa muy importante que es que a mí me gusta el público de 6, 7, 8, yo no puedo laburar si no tengo transferencia.
-Pensar si el programa funciona como un vehículo para poder reflexionar sobre ciertas cosas, más allá de la medición del rating.
-Sí, porque si Tinelli quiere hacer un Facebook de la buena onda, va a tener 4 millones de fans pero lo importante es ver si los fans esos van a estar diciendo "Alica – Alicate" o si van a ser como los 200 mil que andan en 6, 7, 8 que te pueden explicar por qué crece una noticia en Clarín para ocultar qué otra cosa. Lo que me entusiasma es que el programa reparte saber de este tipo de cuestiones y es lo que molesta a los periodistas oficialistas del establishment. Para mí nosotros somos opositores de la oposición, si eso nos convierte en oficialistas…Yo no tengo problema con la palabra "oficialista".
-Puede sonar despectivo porque se asocia con ser un alcahuete del poder.
-Si suena mal es porque siempre se hace un uso peyorativo de la palabra "oficialista". Hay que desmarcarse de los usos vulgares o de la tintura que le ha dado el poder mediático a algunas palabras. Yo tengo clarísimo que apoyo un modelo pero que hay un montón de cosas en las que todos los que estamos apoyando el modelo no coincidimos. Es tan larga la pelea para que de verdad haya equidad que dentro del "oficialismo" también hay que seguir dando peleas.
-Si tuvieras que reseñar brevemente Jallalla (libro de Sandra sobre Milagro Sala), ¿qué dirías?
-Es un libro de lo que se puede llamar "Nuevo Periodismo" porque hay una voz narradora en primera muy fuerte, que es la mía, para abordar a una mujer que no habla, que es Milagro, que hoy es la principal dirigente social de la Argentina y que lidera el movimiento social más grande del país que en sí mismo, para muchísima gente, es desconocido, enigmático. A mí me deslumbró cuando lo empecé a conocer.
-¿Es algo cercano al socialismo eso que ocurre ahí en el mundo de la Tupac?
-Absolutamente, es más, cuando yo propuse el título "Utopía en construcción" los tupaqueros que consulté me dijeron "Sí, suena lindo, aunque nosotros diríamos utopía las pelotas", porque ellos ya lo están viviendo. Los hijos de los cuadros medios son nenes que viven en un barrio que construyó gente que viene del núcleo duro de la pobreza de los `90 y es una generación de niños que tienen su torta para su cumpleaños, su regalo, tienen abrigo, todas sus necesidades básicas satisfechas, van a tener educación y ven a sus padres tener trabajo. Esos chicos ya viven en otro sistema, un micro sistema de inclusión de la Tupac. No sé si Milagro le diría "socialismo" pero lo que yo vi tiende a eso.
-¿Para vos es una frustración la pejotización del kirchnerismo?
-Es que no hay otra manera. Para que cualquier cosa tenga viabilidad es por acumulación de poder. El tema es cómo se acumula poder, accediendo a qué cosas. Todos sabemos que un movimiento grande incluye cosas que no nos gustan pero también conocemos un PJ que incluyó enemigos. Yo estoy preparada para convivir con gente a la que no invitaría a mi casa, pero entre eso y la ilegalidad hay un trecho largo, el PJ todavía no es un partido confiable.
-¿Pensás que son peronistas los disidentes?
-Sí, lo que pasa es que el peronismo es muy complejo, a mí me parece que este es el primer gobierno peronista después de Perón, pero porque tengo esa lectura del peronismo, hay otra gente que tiene otra lectura. El kirchnerismo en algunos puntos desborda al peronismo, se puede ser kirchnerista desde afuera del peronismo.
-¿Y en qué lo desborda? ¿Qué es lo que te entusiasma?
-Me entusiasma mucho el último año de Cristina, desde la derrota el 28 de junio me pareció que ha sido una topadora, pura garra, puro coraje y para mí ha sido, en lo que tiene que ver con mis creencias, la presidenta que más me ha gustado desde el regreso de la democracia. Las cosas buenas hay que reconocerlas porque si no uno se quita el derecho de avanzar hacia su propio deseo y además es lo que te demarca un poco el camino para después saber por qué estas en contra de otras cosas.
-Muchas veces desde el movimiento de mujeres se le critica a Cristina su falta de perspectiva de género.
-No tiene la misma perspectiva de género que las militantes de los derechos de las mujeres, sin embargo cada acto de la comunicación oficial se hace desde el Salón de las Mujeres. A su vez, gran parte de los escollos que tiene, los ha tenido también por ser mujer.
-En Jallalla describís un mundo que no está atravesado por lo patriarcal, es difícil de imaginar.
-No sé si no está atravesado por la semilla patriarcal. Milagro no es que tenga perspectiva de género, lo que tiene es una militancia feroz antidiscriminatoria, no permite la discriminación por género, como no la permite por ser indio o ser negro. El tema de la violencia contra las mujeres se resuelve. Las minas buscan al golpeador, le piden explicaciones y en algunas oportunidades hasta lo han fajado.
-¡La famosa sensibilización! ¡Lo fajan al tipo!
-(Risas) El tema se maneja de esa manera y hay mucha menos violencia ahora, ese modelo es exitoso. No es un matriarcado, ahí se respira mucha equidad, en la obra hay capatazas y en la textil hay hombres que costuran, y eso se vive indistintamente.
-Da la sensación que además de tener saberes ancestrales, tienen cosas muy de vanguardia.
-Eso lo percibí, por ejemplo, en la educación, cuando te dicen "para nosotros los ausentes no existen". Eso es un viraje institucional muy fuerte pedagógicamente. Le depositan al alumno tanta responsabilidad y dignidad y toman la escuela como algo tan serio que no pueden creer que alguien falte, suponen que tiene un problema, entonces la escuela va a la casa. La concepción es que la escuela tiene que estar donde esté el alumno y eso da resultados porque el que no fue siente que es importante porque le vienen a preguntar qué le pasó y eso genera compromiso. Es un círculo virtuoso donde hay gente responsable que se educa y gente responsable que hace la docencia y eso a mí me parece re vanguardista.
- ¿Cuál es la primera imagen que se te viene a la cabeza cuando pensás en ese tiempo que estuviste escribiendo el libro?
- Después del libro me pasó lo más importante. Fuimos con Mara, mi hija, al Inti Raymi, la fiesta del sol. La Tupac tiene esa vertiente espiritual. Los que venimos del pensamiento más ortodoxo de la izquierda nos quedamos un poco trabados en el materialismo y pensamos que la organización tiene el papel de cubrir tus necesidades físicas pero tu otra parte, tu alma, no está contemplada. Y en la Tupac lo que se respira es eso: preocupación por todo lo material pero al mismo tiempo por la energía espiritual. Fue lo que a mi me pegó más porque fui un poco virgen en ese sentido. No soy muy de creer en nada. Nunca hice nada que saliera del psicoanálisis ortodoxo. Son dos cosas que siempre hemos visto por separado y que juntas son muy potentes: la acción política directa y al mismo tiempo una práctica espiritual. Por eso Jalalla, porque Jalalla funciona como un grito de fuerza.
-A que le decís Ni a Palos?
-A una cita en Puerto Madero.
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