Sobre la crisis edilicia y el proceso de movilización


EL ACOSTUMBRAMIENTO COMO POLÍTICA O LA POLÍTICA CONTRA EL ACOSTUMBRAMIENTO


A dos semanas de iniciado un nuevo proceso de movilización que ha atravesado toda la vida académica y política de nuestra facultad, hay una serie de hechos que saltan a la vista.


En principio, no puede negarse la legitimidad del reclamo que está en la base de la toma de las tres sedes. Es más que legítimo que estudiantes, docentes y no docentes reclamemos la finalización de las obras en el edificio nuevo. No hay razones para justificar que un edificio que se adquirió en 2003 todavía no se haya terminado, menos aún que no se tenga fecha cierta para el llamado a licitación para adjudicar la construcción de la tercera y última etapa. Es más que legítimo que los estudiantes pretendan que en todas las sedes se garanticen condiciones mínimas que incluyen comedores, bibliotecas y salas de estudio. También es legítimo que desde el Centro de Estudiantes se le reclame a la gestión de la facultad que las becas de apuntes y comidas - hasta ahora sostenidas mediante un sistema solidario entre los propios estudiantes - sean afrontadas con fondos provenientes del presupuesto público. Es igualmente legítimo que se pretendan mejoras edilicias en las sedes que están funcionando. De hecho, el 7 de setiembre la propia gestión admitió en un comunicado que la facultad no cuenta con un diagnóstico sobre la situación de seguridad e higiene, que no tiene los fondos para financiar la adecuación de las instalaciones eléctricas y reconoció que no hay plan de evacuación ni sistema de detección de incendios en las tres sedes.


En segundo lugar, tampoco se puede negar que las medidas de fuerza impulsadas por estudiantes, y respaldadas por un amplio sector de docentes y no docentes, lograron un nivel de masividad pocas veces visto en la historia de la facultad. Ese nivel de participación se evidencia en decenas de clases públicas diarias, en multitudinarias asambleas y en masivas movilizaciones.


Asimismo, es justo sostener que el proceso que se da en nuestra facultad gana mayor fuerza al formar parte de un proceso de movilización mucho más vasto, que es la contracara de la sostenida pauperización que sufre el sistema educativo público en nuestro país. Las tomas y los reclamos de los estudiantes secundarios porteños son hoy por hoy su mayor expresión. Pero la toma de Sociales también se da en medio de un plan de lucha de los docentes universitarios nucleados en la Conadu Histórica que vienen reclamando la reapertura de la discusión salarial luego del magro aumento otorgado por las autoridades nacionales a principios de año. También se produce en momentos en que los investigadores que se desempeñan en distintas instancias del sistema nacional pugnan porque se les reconozcan ni más ni menos que los derechos básicos que tiene cualquier trabajador.


Por otra parte, salta a la vista que mientras los sectores que mantienen los reclamos y las medidas de fuerza plantean la necesidad de abrir canales de diálogo, las autoridades de la facultad han optado por desconocer la justeza de los reclamos y descalificar a quienes se movilizan, apostaron al desgaste, se ausentaron de la facultad y mediatizaron el conflicto. Esa actitud no sólo bloquea el debate acerca de los problemas de nuestra facultad, sino que profundiza el corporativismo y la tendencia a administrar la miseria que caracterizó la gestión del mismo espacio político durante los dos períodos precedentes.


El desencuentro sistemático con el movimiento estudiantil tiene mucho que ver con discrepancias con respecto a la situación política global, el gobierno nacional y sus políticas educativas, pero también es expresión de un sistema de gobierno anquilosado que pone la dirección de la universidad en manos de un solo estamento, reforzando las lógicas institucionales que tienden a garantizar la reproducción de grupos de poder en las posiciones que han logrado, estrechando los márgenes para las perspectivas de cambio. En este marco, es predecible que el movimiento estudiantil, el claustro más dinámico por razones estructurales, no encuentre un interlocutor acorde a esa dinámica. En estos días, la falta de voluntad expresada desde la gestión de la facultad confirma esa lamentable tendencia, pero al mismo tiempo implica dejar pasar una oportunidad significativa para aprovechar toda esa potencia emergente para lograr las mejoras que toda la comunidad de sociales se merece.


Finalmente, ante esta situación debemos llamar la atención acerca de las declaraciones y posicionamientos de muchos docentes con los cuales hemos compartido en otros momentos luchas por la educación pública y por mejores condiciones de trabajo y de cursada en nuestra facultad. No comprendemos por qué en lugar de acudir a la desinformación y a la manipulación, no se reconoce que la situación edilicia de la facultad está muy por debajo de las condiciones mínimas para emprender procesos de aprendizaje, enseñanza e investigación; por qué no se busca acelerar los tiempos para terminar el edificio único y generar una agenda que permita revitalizar política y académicamente nuestra facultad. No entendemos por qué habría tomas “legítimas y entendibles” y otras que serían simplemente instrumentadas desde “minorías” orientadas por “intereses mezquinos”, cuando sólo basta recorrer nuestras sedes para comprender lo tolerantes que somos en realidad quienes trabajamos y nos formamos allí. Por qué se habla de “destrucción” y “actos violentos” para definir la construcción de un comedor en la sede de Constitución, cuando años atrás hubiese merecido su el respaldo por ser un acto legítimo frente a la inacción de las autoridades. Nos preguntamos por qué razón se recurre al argumento de que la vida universitaria no puede “detenerse” porque es sostenida por el pueblo, y se omite decir que es en esa universidad devaluada en la que nuestro pueblo se forma, trabaja e investiga de manera también devaluada, y que como pueblo nos merecemos mejores condiciones.


Hoy como ayer elegimos no conformarnos. La corta historia de nuestra facultad nos demuestra que todo lo que logramos nos ha costado mucho y que lo hemos logrado sumando fuerzas y voluntades. Por lo que conseguimos y por lo que resta, no es momento para acostumbrarnos.

SUMATE A LAS CLASES PÚBLICAS

JUEVES 16/09 MARCHA NACIONAL EDUCATIVA

JUEVES Y VIERNES PARO NACIONAL DE DOCENTES UNIVERSITARIOS



Espacio de Debate Interclaustros

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